Este mes de diciembre, desde la Xarxa Punt TIC, queremos difundir proyectos, iniciativas y campañas que promuevan las compras sostenibles, la segunda vida de los dispositivos y la reutilización de los productos. El objetivo es mostrar otras formas de consumir, comprar y regalar durante las fiestas navideñas.
Así pues, esta semana, hablamos con Clàudia Bosch de Setem:
- Recientemente, habéis presentado la campaña ‘Fem la REvolta’. ¿Cuál es la voluntad?
- El objetivo de la campaña es hacer más accesible la información sobre la prevención de residuos y la promoción de un consumo responsable. La generación de residuos y el consumo están estrechamente relacionados. Actualmente, estamos provocando una grave crisis ecológica, donde la generación de desechos tiene un papel importante y clave. Los aparatos eléctricos y electrónicos, por ejemplo, son el flujo de residuos que más está creciendo en el mundo. Un consumo responsable significa repensar lo que compramos de primera mano y reaprovechar más lo que tenemos. Antes de comprar nuevos productos, existen otras alternativas que nos permiten disminuir el impacto ambiental de nuestro consumo derivado del uso de energía y de materias primas para su producción, así como de su inadecuada gestión una vez no nos hace servicio. El mercado nos repite y publicita constantemente nuevos productos y la compra de primera mano suele ser la primera opción para muchas personas, cuando en realidad debería ser siempre la última opción.
- ¿Cuáles son las dos nuevas herramientas que conforman la campaña ‘Fem la REvolta’?
- Son dos interactivos web, uno sobre productos eléctricos y electrónicos y uno sobre productos textiles, que a través de varias preguntas nos ayudan a encontrar la solución más ajustada a lo que necesitamos, sea adquirir un producto o deshacernos de uno que no nos sirve, siempre priorizando la jerarquía de prevención de residuos (reducir, reutilizar, reparar, renovar, recuperar y reciclar). En ambos interactivos web, la ciudadanía encontrará información sobre las empresas sociales, los proyectos y las iniciativas activas para practicar un consumo más responsable, así como consejos y herramientas de búsqueda para encontrar tiendas sostenibles o mercados de intercambio. Además, hemos publicado dos informes para aquellas personas que quieran profundizar sobre el porqué es urgente y relevante.
- Centrándonos en los residuos eléctricos y electrónicos, ¿disponéis de datos estadísticos?
- En 2019 se generaron globalmente 53,9 millones de toneladas de este tipo de residuos eléctricos y electrónicos (ordenadores, teléfonos móviles, tostadoras, secadoras y todo tipo de aparatos que lleven batería o que vayan enchufados a la luz), y sólo el 17% se ha documentado como reciclado adecuadamente. Los datos son estremecedores.
- Así pues, ¿qué alternativas responsables tiene a su alcance la ciudadanía?
- El primer paso es cuestionar si realmente necesitamos un nuevo producto. Quizás podemos reparar lo que tenemos. En este caso, existen diversas iniciativas de la sociedad civil organizada para ayudar a las consumidoras a aprender a reparar sus propios productos con ayuda de personas técnicas. También, hay manuales de reparación disponibles online creados por una red de reparadoras internacional como Ifixit. Asimismo, existen muchas tiendas de segunda mano, así como plataformas de compraventa de segunda mano online. En pueblos y ciudades, hay grupos autogestionados organizados por WhatsApp o Telegram en los que la gente da lo que no utiliza. De la misma forma, se pueden alquilar productos si queremos utilizarlos sólo en ocasiones puntuales o cogerlos en préstamo a una biblioteca de las cosas. También existen los mercados de intercambio. Paralelamente, es necesario que cuando tenemos un producto que no queremos utilizar, pensamos que hacer con él. En Cataluña, existen varias empresas sociales que hacen integración laboral de personas vulnerables que gestionan residuos textiles y electrónicos. También, existen varias entidades sin ánimo de lucro que tienen proyectos de recogida de ordenadores que después destinan a fines sociales. Dejar este tipo de productos en la calle, pensando que alguien los aprovechará, a menudo se traduce en su desperdicio. Dejarlos olvidados en un cajón tampoco es una buena solución, ya que evitamos que alguien pueda utilizarlos. Es necesario informarse y escoger bien que hacemos con lo que tenemos en casa.
- Finalmente, ¿por qué hay que apostar por un consumo crítico?
- Debemos asumir nuestra parte de responsabilidad sobre lo que consumimos. Muchas consumidoras críticas juntas tenemos mayor capacidad de influencia. Nuestras acciones aisladas pueden parecer irrelevantes, pero si las sumamos a las de otras personas, conseguiremos un mayor impacto. Sumarnos a este tipo de iniciativas se traduce en un fortalecimiento de éstas. El mercado tiene mucha influencia sobre cómo se hacen las leyes a nivel internacional, así como sobre los hábitos de las consumidoras, ya que las grandes empresas destinan mucho dinero a las campañas. La cultura de comprar y lanzar y los productos de bajo coste no son ni éticos ni sostenibles. Desde la ciudadanía, debemos organizarnos para construir circuitos de consumo basados en la reutilización, el intercambio, la reparación, así como para fortalecer proyectos o empresas de la economía social y solidaria que se dedican a la gestión de residuos y en la venta de productos o servicios con criterios de sostenibilidad social y ambiental.