El estudio TIC y jóvenes. Reflexiones y retos para el trabajo educativo afirma que "podemos ser a veces víctimas de las pantallas pero, muy a menudo, salir empoderados". Tiene en cuenta los riesgos de aislamiento y acoso que conlleva el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, pero destaca que las personas jóvenes las usan para comunicarse, entrar en contacto y establecer relaciones. Así, hace hincapié en la importancia de la educación para proveerles de habilidades y recursos que les permitan interactuar con los medios de forma autónoma y crítica.
La directora general de Juventud, Marta Vilalta, ha dado a conocer el estudio en la jornada "TIC y jóvenes. Retos para la inclusión educativa", que se ha realizado el 6 de octubre en el centro de creación multimedia Torre Barr'na, de L'Hospitalet de Llobregat. El objetivo de la publicación, editada por el Observatorio Catalán de la Juventud y elaborada por tres profesoras universitarias, es orientar a los profesionales de juventud, los educadores y demás personas que llevan a cabo actuaciones en el ámbito de la juventud.
El estudio señala que estos actores intervienen y tienen más influencia en la adolescencia y en la juventud porque están libres de la dimensión institucional de la familia y la escuela: "Es entonces cuando, dejando de lado los amigos, las actividades de educación no formal cobran más importancia. Los jóvenes no son conscientes de la carga educativa que hay y, por tanto, son más permeables a sus efectos. por ello animadores socioculturales, dinamizadores, educadores sociales o de tiempo libre tienen un gran poder de intervención en los jóvenes y la tenemos que saber aprovechar constructivamente ".
Ofrece un decálogo de buenas prácticas en el uso de las TIC dirigido a estos profesionales que trabajan con jóvenes:
- Conocer las herramientas que protagonizan el día a día de los jóvenes para entender los significados, las potencialidades y los riesgos que los jóvenes tienen que afrontar. Conocer qué consumen y tratar de entender por qué.
- Potenciar el conocimiento crítico de la identidad digital propia. Ante los riesgos a la privacidad, se pueden plantear actividades -impartides por personas cercanas sin connotaciones coercitives- sobre los medios sociales más utilizados por los jóvenes. Quién soy en la red? Tomar conciencia del rastro que se deja a internet y las implicaciones presentes y futuras.
- Fomentar un contrato social entre jóvenes, padres y educadores. Definir conjuntamente unas pautas de uso de las TIC y revisar su cumplimiento y, si es necesario, renegociar la foto.
- Facilitar herramientas de detección de posibles problemas (acoso, adicciones, etc.) y responder sin criminalizar las herramientas ni centrar el foco en los problemas. Al contrario, hay que vivir las TIC como un mundo de oportunidades y aprender a calcular los riesgos. Si la prevención no es suficiente, hay que ofrecer espacios de asesoramiento on-line (en línea) y off-line (fuera de línea) dirigidos a jóvenes para afrontar las posibles problemáticas derivadas del uso de las TIC.
- Curar contenidos. Ayudar a los jóvenes a seleccionar y cribar los contenidos de la red y dar herramientas para que lo hagan ellos. En definitiva, discernir lo constructivo de lo que no lo es. Acompañar, especialmente durante la adolescencia, para tener unos jóvenes adultos conscientes y competentes mediáticos.
- Mostrar ejemplos de éxito y fracaso de uso de las TIC. Presentar modelos enriquecedores que fomentan la participación en la construcción de la sociedad y modelos peligrosos. Proporcionar el testimonio de jóvenes afectados (ciberacoso escolar, ciberbulling, adicciones, etc.), tal como ya se hace con la violencia machista, es recomendable para ver las consecuencias y cómo se ha afrontado el problema.
- Velar por la diversificación de consumos de productos y herramientas tecnológicas. Cuanto más variedad de consumos hay, más se relativizan las influencias. Antes, sin embargo, hay que proporcionar a los jóvenes diversidad de estímulos y experiencias presenciales, hacerles descubrir que más allá de las pantallas también hay "vida".
- Diseñar actividades que incluyan la capacidad multitarea de los jóvenes alternando tareas de diversa complejidad. Dado que, inevitablemente, estarán presentes, hay que introducir las diferentes pantallas en las actividades de aprendizaje formal e informal.
- Introducir el juego como herramienta de aprendizaje a través de las TIC. Es decir, gammificar, obtener todos los elementos divertidos que se encuentran en los juegos y aplicarlos al mundo real o las actividades productivas. Si ya se están aplicando al marketing y la ciencia, por qué no aplicarlos a los espacios educativos?
- Educar con medios y, también, en medios. A modo de recapitulación, este punto engloba los anteriores y sirve de conclusión: el uso de las TIC como herramienta básica de trabajo en la educación es esencial en el contexto actual, pero es igual de importante la educación en medios, la educación para la convivencia óptima de los jóvenes con los medios. Y esta educación no sólo debe centrarse en el empoderamiento a través del pensamiento crítico o la actitud crítica -la más común-, sino que deben trabajar otros aspectos como la estética, la producción, la interacción con los medios, los lenguajes, etc. Cuando se educa en medios se debe intentar tratarlos con toda su riqueza y complejidad.