El documento comienza citando al activista Simone de Beauvoir y adapta su famosa frase "no nacemos mujeres, llegamos a serlo" para subrayar la idea de que no nacemos feministas, sino que nos volvemos porque “nos negamos a aceptar como normales las desigualdades, las discriminaciones y las violencias” que condicionan la vida de todas las mujeres. Como recoge la declaración, para ser feminista no es necesario tener un conocimiento exhaustivo de la producción teórica de los últimos tres siglos contra la normalidad patriarcal, ni siquiera de la historia de las luchas contra el patriarcado.
Entre otros, la Declaración institucional del 8 de marzo reconoce que "si no te parece normal que las mujeres carguemos con la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidados", "eres feminista"; “si te rebela que en el trabajo te traten de niña, que se cuestione tu valía profesional o que se esparzan rumores sobre favores sexuales cuando ocupas un puesto de responsabilidad, eres feminista”; y “si crees que ser celoso, controlador y posesivo no tiene nada que ver con el amor; también, feminista”.
El manifiesto está atravesado por una mirada interseccional , que se hace evidente en el último párrafo del texto, que subraya que “una normalidad feminista” también “debe ser antirracista, transinclusiva, sin discriminaciones por razón de orientación sexual, de edad, de clase social, de nacionalidad o de discapacidad, porque los feminismos son justicia global”. En este tramo final, se cita además a la activista Angela Davis , insistiendo en que “tenemos que dejar de aceptar las cosas que no podemos cambiar, y cambiar todo lo que no podemos aceptar” e instando a la sociedad a hacer posible la normalidad feminista en todos los espacios sociales.
El manifiesto cierra haciendo valer la participación colectiva en la lucha feminista. En la línea de la campaña “Eres Feminista” , del Departamento de Igualdad y Feminismos, el texto concluye: “No importa cuándo te hayas sumado a este sentido común feminista. ¡En los feminismos, todo es empezar!”.