Desde la Xarxa Punt TIC, queremos difundir proyectos e iniciativas que promuevan las compras sostenibles. Esta semana hablamos con Carla Liébana de LaCoordi. ¡Imprescindible!

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Imagen de regalo. 2019. Fuente: Pexeles. Licencia: BY-SA.

Este mes de diciembre, desde la Xarxa Punt TIC, queremos difundir proyectos, iniciativas y campañas que promuevan las compras sostenibles, la segunda vida de los dispositivos y la reutilización de los productos. El objetivo es mostrar otras formas de consumir, comprar y regalar durante las fiestas navideñas.

Así pues, esta semana, hablamos con Carla Liébana de LaCoordi:

- ¿Por qué hay que poner énfasis especialmente en el consumo responsable durante estos meses?

Desde LaCoordi, trabajamos el consumo responsable a lo largo de todo el año, pero es evidente que durante los meses de diciembre y enero hay que poner énfasis a raíz del fuerte consumismo que rodea las fiestas navideñas. Por este motivo, estas semanas, nosotros aprovechamos para recordar los impactos negativos que tiene nuestro consumo (contaminación y vulneraciones de derechos humanos en cadenas de producción opacas y explotadoras, entre otros) y promovemos disminuirlos, comprando menos o haciéndolo a proyectos vinculados a economías transformadoras que respeten los derechos humanos y los derechos ambientales a diferencia de las grandes empresas capitalistas. En este sentido, difundimos la web jotrio.cat, donde, en el apartado de recursos, se pueden encontrar datos y alternativas de diferentes sectores, como, por ejemplo, alimentación, textil o electrónica, tres sectores claves durante las fiestas navideñas.

- ¿Cuáles son las cifras en el sector de la electrónica?

La electrónica es una industria muy compleja, en la que podemos distinguir tres fases especialmente problemáticas. En primer lugar, existe la extracción de minerales, que a menudo conlleva negocios corruptos, explotación infantil e, incluso, lucha armada (un hecho clave son los 'minerales de sangre' y el conflicto que se vive en la República Democrática del Congo desde los años 90). En este punto, hay que tener en cuenta que se calcula que para realizar un teléfono móvil se necesitan más de 200 minerales diferentes. En segundo lugar, encontramos la producción de dispositivos eléctricos y electrónicos en fábricas situadas en los países asiáticos, como, por ejemplo, China, India o Malasia, donde las condiciones laborales pueden calificarse de esclavitud moderna (jornadas extenuantes, sueldos irrisorios , exposición a productos tóxicos y un largo etcétera). En tercer lugar, debemos señalar qué ocurre con los residuos de estos aparatos cuando se tiran, funcionen o no, y resaltar que muchos terminan en África. Actualmente, se habla de 350.000 toneladas anuales de teléfonos móviles, ordenadores y neveras que salen ilegalmente de Europa y que terminan en vertederos descontrolados en el continente vecino. En concreto, en Ghana, existe uno de los vertederos tecnológicos más grandes del mundo, que ocupa unas once hectáreas y contamina el entorno de la comunidad más cercana, donde se calcula que viven unas 40.000 personas, que tristemente enferman por la toxicidad de los materiales vertidos sin control.

- En la actualidad, ¿qué alternativas concretas hay?

Desgraciadamente, la electrónica cien por cien justa no existe porque la cadena de producción de los aparatos es muy complicada. Sin embargo, existen alternativas como, por ejemplo, el teléfono móvil Fairphone, que vela por que los minerales que se utilizan no provengan de zonas en conflicto y que promueve un diseño modular para que sea más fácil su reparación por partes y los aparatos no se conviertan en residuos con facilidad. En este sentido, debemos tener en cuenta también a colectivos como, por ejemplo, Restarters Bcn, que luchan contra la obsolescencia programada organizando encuentros abiertos a la ciudadanía para reparar pequeños electrodomésticos como ordenadores, teléfonos móviles o tostadoras. Asimismo, existe la iniciativa Electronics Watch, dirigida a las administraciones públicas, que busca utilizar su poder de compra para negociar con las grandes empresas capitalistas y exigir mejoras en las cadenas de suministro, que incluye las condiciones de las trabajadoras.

- En esta línea, estáis trabajando en dos campañas de sensibilización. ¿En qué consisten?

Uno de los objetivos transversales de nuestra entidad es acercar las economías transformadoras a la gente joven. En este sentido, para nosotros es muy enriquecedor poder trabajar con estudiantes de distintas etapas. Hace unas semanas, hicimos una pequeña formación sobre la industria textil en el marco de un proyecto del Instituto Quatre Cantons de Poblenou de la ciudad de Barcelona que finaliza estos días y en el que el alumnado ha llevado a cabo una campaña de sensibilización sobre la temática dirigida a la comunidad educativa. También hemos estado trabajando en una colaboración con estudiantes de diseño de la Escuela Superior de Diseño de Artes Plásticas de Cataluña. Su propuesta se ha centrado en el anticonsumismo y en el hecho de vivir las fiestas poniendo en valor los vínculos y encuentros con la gente querida y no los regalos. Aunque nosotros promovemos alternativas económicas solidarias, el primer punto de nuestro decálogo es reducir el consumo y comprarlo sólo si es necesario.

- Por último, ¿qué le dirías a una persona para que optara por las compras sostenibles?

Ante todo, le diría que tuviera en cuenta que compramos mucho más de lo que necesitamos. Es evidente, por ejemplo, que en las fiestas se incrementan las cifras de derroche alimentario en muchos hogares. Respecto a la ropa, le diría que se desmarcara de las modas y que intentara alargar la vida de las prendas, usándolas más, arreglándolas o intercambiándolas. En cuanto a la electrónica, le diría que no es necesario comprar un teléfono móvil nuevo aunque haya salido el último modelo. Si después de pensar críticamente en todo esto, opta por consumir, que tenga en cuenta los productos de comercio justo y la ropa sostenible del sector de la economía social y solidaria.